Desde tiempos inmemoriales, el Avestruz han deambulado por las llanuras africanas, adaptándose magistralmente a un entorno exigente y desafiante. Con sus largas patas y cuello, esta ave no voladora ha evolucionado para convertirse en corredora veloz, capaz de alcanzar velocidades de hasta 60 kilómetros por hora, convirtiéndose en el ave más rápida del mundo.